Nota Introductoria.
El tema que se abordará a
continuación es sobre uno de los enigmas históricos más importantes e incluso
me atrevería a decir representa el grial de la Arqueología, el determinar y
encontrar la ubicación de la tumba de Alejandro Magno, por ello y en virtud de
que este artículo dista mucho de ser un tratado y no pretende agotar el tema en
cuestión, sino únicamente el servir como resumen o modesta reseña que quizá
sirva de preámbulo para profundizar en el mismo. Por ello sólo se expondrá lo
referente a la tumba perdida del Magno, y se dejará para otro momento el
análisis de su vida y obra.
La Tumba de Alejandro Magno
Busto de Alejandro Magno como Helios.
Museos Capitolinos, Roma.
Se suele denominar Soma al mausoleo que acogió los restos
de Alejandro Magno. Por lo que la tumba de Alejandro Magno es el lugar en el
que estaría enterrado Alejandro III de Macedonia, hijo de Filipo II de Macedonia,
que murió en Babilonia en junio del 323
A. C.
En la primavera del 323 A. C., el general macedonio gobernaba un
imperio que se extendía desde el Danubio en Europa hasta los montes Himalaya en
la India. En ese año (323) visitó la capital del Imperio, la gran Babilonia
cerca del Éufrates. A mediados de mayo condujo una flota por los pantanos hacia
el oeste de la ciudad con el fin de intentar mejorar el sistema de canales, que
distribuía el agua del río a las urbes. Era temporada de calor y altas
temperaturas, por lo que abundaban los mosquitos
que irritaron a la expedición. De vuelta a Babilonia, en la última semana de
mayo, Alejandro se enfrasco en los últimos preparativos de una expedición para
navegar rodeando Arabia con una flota de mil barcos. El día 30 conmemoró el
éxito del viaje de su almirante Nearco desde la India a principios del pasado
año. El 31 de mayo, en una fiesta nocturna que celebró su compañero Medio,
Alejandro se desmayó al sentir dolores punzantes en la espina dorsal y en las
articulaciones. Fue conducido al aseo real, donde durmió junto a la piscina,
porque ya tenía fiebre. En la siguiente semana el rey sufrió de fiebres recurrentes
por las noches, pero éstas solían calmar en el día, permitiéndole que siguiera
planeando la expedición a Arabia.
Sin embargo las fiebres se
volvieron más intensas. El 7 de junio hubo un importante deterioro en la salud
del monarca. Por primera vez se vislumbró que estaba en peligro. Ordenó a sus
oficiales que se reunieran en el patio del palacio. El 9 de junio ya circulaban
rumores entre las tropas de que Alejandro había muerto. Pidieron
desesperadamente la entrada al palacio, pues deseaban ver a Alejandro en su
lecho. Éste los saludó con sus ojos, porque ya había perdido la voz. Quizá aún
podía emitir un débil susurro, porque se argumenta que pidió que su cuerpo
fuera trasladado al dios Amón en Egipto. Le dio su anillo de regente a
Pérdicas, su comandante de caballería y guardaespaldas. Sus amigos le
preguntaron: “¿A quién legas tu reino?”, y él respondió susurrando: “Al más
fuerte”, añadiendo que ya preveía sus grandiosos juegos funerarios. Cuando, Pérdicas
le preguntó cuándo quería que se le ofrecieran esos honores divinos, él
contestó: “Cuando seáis felices”. Éstas fueron las últimas palabras del rey. Al
día siguiente, casi al caer la noche del día 10 de junio del 323 A. C., según el calendario juliano, se
declaró la muerte “oficial” del Magno. La plebe se hundió en una profunda pena,
pero ya se estaba gestando una maliciosa disputa entre los contingentes del
ejército, incluso hubo peleas en el palacio. Mientras tanto el cuerpo del
macedonio se mantenía curiosamente fresco y con aspecto de estar vivo a pesar
del agobiante calor por al menos unos cuantos días más, lo que pudiera sugerir
un profundo coma terminal.
Alejandro
Magno en su lecho de muerte, según el pintor Karl von Piloty (1886)
Algunos historiadores y
expertos en el tema sugieren que los síntomas y consecuencias de la muerte de
Alejandro coinciden con los de la malaria, que quizá pudo haber contraído por
las picaduras de los mosquitos de los pantanos. Aunque ya desde aquél tiempo había
surgido el insistente rumor de posible envenenamiento; según el escritor Andrew
Chugg la fiebre intermitente que tuvo durante casi dos semanas terminando en
coma indica que este argumento es inconsistente. De cualquier forma, no se
puede hacer una hipótesis y menos aún una aseveración definitiva sin analizar
los restos de Alejandro.
Inmediatamente a la muerte
del macedonio, Pérdicas fue nombrado Regente del Imperio, y ordenó la ejecución de los líderes de la
revuelta de la infantería, haciendo que fueran pisoteados por elefantes de
guerra en un desfile. El ejército de macedonios organizó una asamblea, al
parecer acordaron que el cadáver de Alejandro debía ser trasladado a Egipto, y
así respetar su deseo.
En los meses siguientes Pérdicas reafirmó su poder,
sin embargo Ptolomeo, su principal rival, marchó a Egipto para arrebatarle el
trono de ese lugar. Posiblemente Pérdicas estaba en contacto con Olimpia, madre
del macedonio, quien seguramente había lamentado el plan para enviar el cuerpo
de su hijo a Egipto y habría insistido en que tenían que devolverle a su
primogénito. Pérdicas necesitaba su apoyo, y tampoco estaba muy seguro de dejar
el cadáver de Alejandro en manos de Ptolomeo. Puede que él fuera quien solicitó
al vidente de la expedición, Aristandro, que dijera que la nación que tuviera
en su poder el cuerpo de Alejandro nunca sería conquistada. Esto hizo que la
Asamblea Macedonia acordara que tenían que enviar el cadáver a Olimpia para que
ésta lo enterrara en Egas, en el cementerio de los reyes macedonios.
Mientras Pérdicas y el
ejército dejaban Babilonia, yéndose de campaña a Asia Menor, dejó a cargo de la
construcción del catafalco para llevar a Alejandro a su distante tumba a un
oficial llamado Arrideo. El magnífico carruaje funerario tardó casi un año en
estar listo. El historiador griego Diodoro de Sicilia ofrece una
detallada descripción del catafalco que debía acompañar al rey de Asia y Grecia
a su última morada. En primer lugar, la momia de Alejandro fue colocada en un
féretro de oro. El cuerpo fue bañado en las especias más valoradas y cubierto
de paño con motivos áureos. En cada esquina del carro había estatuas de la
diosa griega de la victoria, Niké. Diversos adornos completaban la parte
superior del suntuoso cortejo. En los laterales se representaron los triunfos
de Alejandro Magno y a este acompañado de sus guardias persas y macedonios. Las
ruedas tenían figuras de enormes cabezas de leones cuyos dientes sostenían
lanzas. El tamaño del carruaje era tal que, según Diodoro, hacían falta 64
mulas para tirarlo. Cada uno de los animales llevaba una corona de oro y un
collar de gemas. El sarcófago se colocó en una imitación de un templo griego
dorado. La entrada estaba presidida por dos leones propios de la cultura persa.
Una malla de hilo de oro cubría el espacio entre las columnas del templo. La
imagen del conjunto debió ser algo inolvidable, una muestra de lo que había
conseguido Alejandro con sus conquistas y que
simbolizaba el imperio multicultural que había fundado.
El cortejo salió desde Siria
en la segunda mitad del 322 A. C. Pero
Arrideo logro llegar a un acuerdo con Ptolomeo, para conducir la procesión en
dirección sur hacia Egipto cuando se aproximaba a Damasco, en vez de ir al
norte hacia Macedonia. Pérdicas recibió esta noticia con una semana de retraso
e inmediatamente mandó un contingente de caballería, con el fin de perseguir a Arrideo. Quizá hubieran capturado al lento catafalco, pero
Ptolomeo había ido al norte con su ejército para escoltarlo, así que los
hombres del Pérdicas fueron rechazados.
Reconstrucción
del catafalco de Alejandro según Diodoro (mitad del S. XIX)
Entonces, Pérdicas, atacó
Egipto en la primavera del 321 A. C. Intentando 2 veces cruzar el Nilo,
fallando en ambas ocasiones y teniendo enormes pérdidas en sus tropas. Muchos
fueron arrastrados por el río y devorados por cocodrilos. Los propios oficiales
del regente acabaron asesinando a Pérdicas con sus lanzas y ofrecieron la
regencia vacante a Ptolomeo, quien la rechazó. Aun así aprovisionó de nuevo al
ejército y lo envió de vuelta al norte con algunos de sus hombres en comando
conjunto (uno de los cuales era Arrideo). Ya sin la amenaza que representaba
Pérdicas, Ptolomeo se ocupó de preparar la tumba de Alejandro en Menfis, cuando
ésta aún era la capital de Egipto.
La tumba menfita de Alejandro.
Se cree que Ptolomeo adaptó
una tumba vacía que había sido preparada para el faraón Nectanebo II.
Quien había huido a Etiopía cuando Egipto fue invadido por los persas en
el 343 A. C., por lo que nunca tuvo la oportunidad de ocupar esa tumba. Ese
lugar era una capilla dentro del templo del Serapeo en Saqqara, Menfis. Estaba
al final de una avenida de esfinges. El Serapeo fue visitado por Richard
Pococke (c. 1738) y redescubierto por Auguste Mariette, cerca del año 1850, al
excavar en la arena que ocultaba a las esfinges. Se observaba la entrada de la
capilla de Nectanebo II, Mariette halló
un semicírculo de estatuas griegas, que representaban a poetas y filósofos.
Entre dichas estatuas se identificó a Píndaro, aquel a cuyos descendientes
Alejandro salvó en Tebas, a Homero, el poeta favorito de Alejandro, y a Platón,
quien fue el mentor de Aristóteles, tutor de Alejandro. ¿Podrían estas estatuas
haber sido erigidas para honrar la tumba de Alejandro?
Estatuas
de filósofos en Saqqara ¿podrían ser parte de la tumba menfita?
Sarcófago de Nectanebo II, en el que se piensa reposaron los restos de Alejandro III (Magno)
En la expedición que
Napoleón llevó a cabo en Egipto en 1798, se descubrió un antiguo sarcófago situado
en una capilla en el patio de la mezquita Atarina en Alejandría. Los oriundos del
lugar aseguraban que se trataba de la tumba del Magno. Cuando el ejército de
Napoleón fue vencido por los ingleses en 1801, Edward Daniel Clarke llevó el
sarcófago al Museo Británico de Londres y escribió un libro sobre él,
recopilando lo que se sabía de la tumba de Alejandro. Cuando Champollion
descifró la escritura jeroglífica en 1822, se supo que el sarcófago tenía una
inscripción que describía que aquel era el sarcófago del faraón Nectanebo.
Primeramente se pensó que hacía referencia a Nectanebo I, pero tras nuevos
estudios se determinó que era de Nectanebo II. Por entonces, se pensó que este
hecho eliminaba todo vínculo del sarcófago con Alejandro, pero en la actualidad
se puede determinar que esto es perfectamente consistente con el argumento de
que Ptolomeo se apoderó de la que iba a ser la tumba de Nectanebo en
Saqqara. Se sabe, también que el hijo de
Ptolomeo, Ptolomeo II Filadelfo, trasladó la tumba de Alejandro de Menfis a
Alejandría, lo que explica por qué el sarcófago se encontraba en aquella ciudad
portuaria fundada por Alejandro.
Óleo,
de Louis-Joseph François, que recrea la batalla ante las pirámides de las
tropas napoleónicas y las fuerzas mamelucas en 1798.
La tumba del Magno en Alejandría.
La fecha en la que Ptolomeo
II Filadelfo traslado la tumba de Alejandro a la ciudad de Alejandría, que había
sido fundada por el Magno en 331 A. C., se desconoce, pero se cree que fue poco
después de que Ptolomeo muriera en 282 A. C. Se desconocen los detalles de la tumba
construida por Filadelfo, pero existe una pequeña probabilidad de que la
antecámara de la tumba se encontrara en
1907, dividida en trozos, en los cementerios latinos de la moderna Alejandría.
Esta primera tumba alejandrina fue reemplazada por un fastuoso mausoleo en el
centro de Alejandría, hacia el 215 A. C., por el nieto de Filadelfo, Ptolomeo
IV Filopator. El mausoleo que Filopator erigió dentro de un enorme recinto sagrado,
conocido como el Soma, llegó a ser el
más célebre y sagrado santuario del mundo antiguo, ya que en Egipto y el
Imperio romano Alejandro fue venerado como un dios.
Moneda
de Ptolomeo II
En 89 A. C. , uno de los
últimos faraones de la dinastía Ptolemaica, Ptolomeo X fundió el ataúd de oro
macizo, del que Diodoro Sículo refirió que estaba repleto de las más ricas
especias aromáticas, y que el cuerpo fue colocado en otro sarcófago. Este Ptolomeo
usó el oro para pagar a los soldados y sustituyó el ataúd que destruyó por uno
de vidrio, pero debido a este hecho, este faraón se ahogó en una batalla naval
contra fuerzas rebeldes ese mismo año. Este hecho se percibió como un castigo divino por haber
fundido el ataúd para pagar sus deudas.
La tumba y los césares.
En el 48 A. C. Julio César
arribó a Alejandría después de haber perseguido a Pompeyo al conseguir la
victoria en Farsalia. El joven faraón, Ptolomeo XIII, le presentó como regalo
la cabeza de Pompeyo, pero Julio César lo depuso, para ceder el trono a su
hermana, la reina Cleopatra. Durante su estadía en Egipto, César tuvo la
oportunidad de realizar una peregrinación a la tumba de su héroe, Alejandro,
situada en la cámara funeraria excavada en la roca tras el mausoleo del Soma.
Según
Flavio Josefo, Cleopatra VII Philopator intentó reunir dinero para organizar un
nuevo ejército, y para ello saqueó el oro de las tumbas de sus ancestros y del
propio Soma.
Julio
César ante la tumba de Alejandro, según un antiguo grabado.
Después de su reinado,
Cleopatra fue finalmente vencida y depuesta por Octavio (el futuro emperador
Augusto) en el 30 A. C. Tras su llegada a Alejandría hizo la que sería la más
famosa visita a la tumba de Alejandro. Augusto ordenó que le sacaran el sarcófago
de la cámara funeraria. Coronó a la momia y esparció flores por su cuerpo, pero
en un descuido rompió una parte de la nariz de la momia.
Augusto
visita la tumba de Alejandro (Sebastien Bourdon, 1643 - Museo del Louvre)
Varios emperadores romanos rindieron
homenaje o visitaron la momia de Alejandro. Calígula probablemente la vio
cuando, a los 7 años, acompañó a su padre, Germánico, en una visita a
Alejandría en el 19 D. C. Siendo emperador,
ordenó que le trajeran la coraza de Alejandro situada en su tumba para usarla
en sus actuaciones y representaciones. Vespasiano y Tito debieron haber visto
la tumba en el 69 D. C., así como Adriano en su visita a la ciudad en el 130 D.
C. Pero de la visita en la que se reseña al menos un detalle fue la de Septimio
Severo en el 200 D. C. Este emperador se horrorizó al ver la facilidad de
acceso que tenía la tumba y ordenó que ésta fuera sellada. La última visita
imperial conocida es la del hijo de Severo, Caracalla, en el 215 D. C. Dejó su
anillo y su cinturón como tributo a Alejandro y se marchó para organizar la sangrienta
aniquilación de la mayoría de los hombres jóvenes de Alejandría.
Aunque los emperadores romanos
despreciaban a los Ptolomeos, pues los consideraban una dinastía decadente y
corrupta, siempre se mostraron fascinados por Alejandro, en quien veían un
reflejo de lo que ellos mismos querían ser. Por ello el Soma adquirió todo un simbolismo
político y religioso, y los césares se presentaban allí como un gesto de
reafirmación de su poder personal.
Desaparición de la tumba.
Hacia la mitad del siglo
III, el Imperio romano entró en un período de crisis. Al principio Alejandría
estaba poco afectada por estos problemas, pero en el 262 las legiones locales
apoyaron una rebelión del gobernador de Egipto, al que declararon su emperador.
La insurrección fue reprimida brutalmente. En los enfrentamientos partes de la
ciudad fueron destruidas. Sucesivas revueltas tuvieron lugar en las que algún
gobernante egipcio intentaba separar las provincias orientales del resto del
imperio. Resultando estos intentos en
correspondientes represiones, asedios, destrucción y saqueo de la ciudad por parte
del ejército imperial. Algunos han creído que la tumba de Alejandro fue
destruida en uno de estos levantamientos, pero hoy hay nuevas evidencias de que
sobrevivió en el siglo IV.
Amiano Marcelino relata un
incidente que tuvo lugar hacia el 361. Se dice que el patriarca Georgius
planteó una pregunta retórica a la gente de Alejandría concerniente a un templo
alto y magnífico del genio de
Alejandría: "¿Cuánto tiempo estará de pie esta tumba?" preguntó. Por genio Amiano seguramente se refería a la
deidad tutelar de la ciudad y cuál podría ser sino Alejandro. Alejandro es la
única figura a la que esta expresión podría ser aplicable, cuya tumba también
se encontraba dentro de la ciudad, por lo que se deduce que aún existía su
morada mortuoria. Según las crónicas en 365, Alejandría fue sacudida por un terremoto
seguido de un tsunami, que provocó estragos en las regiones costeras y ciudades
del Mediterráneo oriental. En Alejandría los barcos fueron levantados hasta los
tejados de los edificios que quedaron. Ésta es la ocasión más probable de la
destrucción del mausoleo del Soma.
Un cuarto de siglo después,
aproximadamente en el 390, Libanio de Antioquía mencionó en un discurso
dirigido al emperador Teodosio, que el cadáver de Alejandro estaba expuesto en
Alejandría. Esto concordaría con la cámara sepulcral que habría sido excavada
bajo los escombros de las ruinas del mausoleo. También refiere que el cadáver
podría haber sido retirado y separado del sarcófago, lo que explicaría por qué
fue encontrado desocupado por la expedición de Napoleón. Tan solo un año
después, en el 391, Teodosio publicó una
serie de decretos que prohibían el culto a dioses paganos, entre los que
destacaba el de Alejandro. En Alejandría, los cristianos causaron disturbios y
destruyeron el Serapeo, el principal templo pagano. He aquí el punto donde el reiterado culto al
cadáver del fundador de la ciudad habría llegado a ser excesivo para los
gobernantes quienes estaban promoviendo el cristianismo como la religión
oficial. Ésta es la época en que los restos de Alejandro desaparecen finalmente
de la historia.
Al final del siglo IV o a
comienzos del V, Juan Crisóstomo afirmó en un sermón que la tumba de Alejandro
era entonces "desconocida para su propio pueblo", es decir para los paganos de Alejandría. Décadas después
Teodoreto puso a Alejandro en una lista de hombres famosos cuyas tumbas eran
desconocidas.
Hipótesis de la mezquita.
Existen un par de
referencias a una mezquita o tumba de Alejandro en textos árabes que datan de
los siglos IX y X, pero seguramente éstas hacen alusión al sarcófago vacío y al
edificio que lo albergaba. Éste último era probablemente la mezquita Atarina
(en donde el sarcófago fue encontrado en 1798) o al menos un edificio religioso
anterior ubicado en el mismo lugar, puesto que la mezquita vista por Napoleón
había sido reconstruida a partir de elementos arquitectónicos antiguos en el
siglo XI. Información crucial es aportada por el mapa de Braun & Hogenberg,
de 1575, que muestra un edificio con una torre y una pequeña capilla en el
mismo lugar que la mezquita Atarina. Es muy significativo que la mezquita esté
situada en el centro exacto del mapa, así como también lo es que la capilla
esté rotulada con las palabras latinas Domus Alexandri Magni, que significan
"La casa de Alejandro Magno".
En una de sus visitas a Alejandría cerca de 1517, León el Africano señaló
que la tumba de Alejandro estaba "en una pequeña casa con la forma de una
capilla". Todo esto tiende a confirmar que lo que fue conocido como la
tumba de Alejandro Magno durante la Edad Media, no era sino el sarcófago vacío apostado
en la capilla.
Patio
de la mezquita Atarina (Vivant Denon, 1805)
Como ya se mencionó, los
británicos transportaron el sarcófago a Inglaterra entre 1802 y 1803, la
mezquita Atarina se deterioró rápidamente, y pocos años después había
desaparecido. Sin embargo, en 1823 Mohammed Ali edificó una mezquita dedicada a
Nabi Daniel (el profeta Daniel) a algunos cientos de metros al este, de donde
se encontraba la mezquita Atarina, al pie del montículo Kom el-Dikka.
Aparentemente motivado por el deseo de encontrar una alternativa al interés
turístico que seguía inspirando la tumba de Alejandro.
La localización del Soma.
De acuerdo a Zenobio, el
Soma (nombre con el que se conoció el mausoleo y que significa cuerpo en
griego) se hallaba en el centro de la antigua ciudad de Alejandría, mientras
que Aquiles Tacio mencionó un distrito llamado Alejandro en honor del
macedonio, donde dos calles decoradas con columnas se cruzaban en ángulos
rectos. Este cruce de caminos se encontraba dentro de un área cerrada en el
corazón de la ciudad. Estrabón y Diodoro Sículo, testigos oculares,
describieron la tumba de Alejandro comentando que reposaba dentro de una
grandiosa y magnífica zona amurallada, y Estrabón especifica que esta área era
adyacente a los palacios.
Mapa
de la antigua ciudad de Alejandría.
Al observar el mapa de
Alejandría realizado por la expedición de Napoleón en 1798, se puede notar que
las murallas medievales de la ciudad, que en gran parte perduraban todavía en
aquella época, como un recinto doble (de murallas interiores y exteriores).
Dichas murallas rodeaban un área que ocupaba menos de un tercio del tamaño de
la ciudad antigua en la época de Cleopatra. En la parte occidental, las
murallas bordeaban la costa, como se pude esperar de una gran ciudad portuaria.
Sin embargo, en el Este las murallas se prolongaron para rodear una vasta área
lejos de la orilla, en la parte de atrás, extendiéndose a ambos lados de la
antigua gran avenida, la calle Canópica. Superponiendo el plano de las calles
de la ciudad antigua de Mahmud Bey sobre los muros medievales, se puede ver que
los principales cruces de caminos de la Antigüedad se ubican exactamente debajo
de la Puerta de Rosetta de la ciudad medieval. Se observó también que el muro exterior del doble recinto
medieval parecía ser de construcción antigua. Además, un grabado pintado
alrededor de 1792 por Luigi Mayer muestra que la entrada exterior de la Puerta
de Rosetta era de estilo antiguo, pues tenía pilares con capiteles corintios y
una estatua en uno de sus lados. El reconocido escritor Andrew Chugg ha
sugerido, por lo tanto, que tres de los lados del Soma fueron utilizados como
parte de las murallas medievales en el sector oriental, y que el Mausoleo de
Alejandro debió situarse cerca del cruce de caminos central de Mahmud Bey.
Empero en 1880 la mayor parte de las murallas que quedaban en pie fueron
removidas debido a la expansión de la ciudad moderna fuera de los límites del
centro antiguo.
Pocas son en realidad las
descripciones que se han preservado respecto al soma, pero en la tapa de
un sarcófago esculpido y encontrado en
Ostia, se aprecian algunas estructuras descritas en testimonios literarios,
particularmente del texto de
Estrabón. En dicho sarcófago se aprecia
el Faro, la columna de Diocleciano. Y una torre redonda, con una cubierta
cónica, que posiblemente represente al
Soma.
Hipótesis de la Basílica de San Marcos.
Existe una interesante
teoría esbozada por el escritor Andrew Chugg, en sus libros sobre Alejandro
Magno y su tumba, en la que destaca el hecho que alrededor del siglo IV cuando
finalmente el cristianismo se consolidó sobre el paganismo, el cuerpo de
Alejandro (seguramente ya sin el magnífico mausoleo que le dio cabido varios
siglos) desapareció misteriosamente, corría el año 390-391 D.C.; al siguiente
año, en un acontecimiento por demás extraño e insólito, la iglesia alejandrina afirmó
haber encontrado los restos de San Marcos Evangelista, fundador de la comunidad
cristiana en esa ciudad. Sin embargo, antiguos escritores cristianos
como Doroteo, Eutiquio y el autor del Cronicón Pascual aseguraron que el cuerpo
de san Marcos fue quemado por los paganos. Por su parte, un documento conocido
como "Los Hechos de San Marcos", de autor anónimo en la Alejandría
del siglo IV, refería que una tormenta milagrosa atemorizó a los paganos y
permitió a los cristianos salvar el cuerpo del santo de las llamas. No
obstante, esto último parece ser una invención para dar credibilidad al hecho
que el cuerpo, que según los cristianos correspondía a San Marcos finalmente pudo
ser salvado.
Al parecer este mismo cuerpo
fue llevado fuera de Alejandría, presumiblemente con la cooperación del clero
local, luego de que la ciudad hubiera caído bajo el dominio árabe. En el 828
dos mercaderes venecianos lograron sacar de la ciudad la momia de manera
clandestina, y navegaron con ella hasta Venecia. La momia descansa desde hace
siglos en una cripta ubicada debajo de la iglesia construida por los venecianos
con tal propósito, la Basílica de San Marcos. Por lo que no es descabellada la
hipótesis de Chugg respecto a que simplemente se suplantara la
identidad de la momia y se renombrara los restos de Alejandro, adscribiéndolos
al santo cristiano Marcos Evangelista.
Basílica
de San Marcos, en Venecia.
Un minucioso estudio
científico de estos restos podría revelar el secreto de su origen. La datación
por radiocarbono podría establecer si el cuerpo es lo suficientemente antiguo
como para poder corresponder con el de Alejandro. Así mismo, sería posible
reconstruir sus rasgos faciales a partir de su cráneo, e inspeccionar sus
huesos en busca de signos de las múltiples heridas de Alejandro, en particular
el flechazo que recibió en el pecho, el que, según se dice, se insertó en su
esternón, y una herida que le fue infligida en la pierna. Otra alternativa
podría ser el comparar por técnica de ADN los restos de la tumba de Anfípolis (posiblemente
pertenecientes a Roxana y a Alejandro IV, esposa e hijo del general macedonio
respectivamente), o bien incluso con los encontrados en la morada ultima del rey Filipo II
(algunos argumentan que esa tumba en realidad es de Filipo Arrideo, hermanastro
de Alejandro), y de esa manera tener una mayor certeza sobre la identidad de
los restos que reposan en la Basílica de Venecia. El desenlace de esta historia
todavía está lejos de resolverse.
Sepulcro
bajo el altar de la Basílica de San Marcos;
¿Marcos
Evangelista o Alejandro Magno?
Pero existen otros argumentos que podrían robustecer la teoría de Chugg, y es que en la iglesia de Santa Apolonia, también en Venecia, puede observarse una piedra circular con la estrella Argeada,
(también conocida como "Sol de Vergina") es una estrella o sol
simbólico, de 8 o 16 rayos estilizados, un símbolo idéntico fue encontrado en 1977 durante
unas excavaciones arqueológicas en Vergina, situada en la región de Macedonia,
por el arqueólogo M. Andronikos. La
descubrió grabada en un cofre dorado colocado en las tumbas de los reyes del
antiguo reino macedonio (Filipo II o
Filipo Arrideo). Por lo que se deduce que en la antigüedad fue un símbolo usado
en Grecia y asociado a la realeza
macedónica.
Escudo
en miniatura con estrella Argéada, símbolo de la dinastía real macedónica.
Piedra
grabada con la estrella Argeada, en la iglesia de Santa Apolonia, Venecia.
Tumba de Anfípolis.
Desde septiembre del 2014
están en curso las excavaciones de una sepultura en la antigua ciudad de
Anfípolis que se ha fechado entre los años 330 y 300 a. C. Casi de inmediato se
empezó a difundir en los medios de comunicación la idea de que el complejo
funerario pudiera ser la tumba del conquistador macedonio, lo que se considera
bastante improbable, por lo anteriormente reseñado, y en todo caso, según los expertos, dicha tumba
pudiera pertenecer a Roxana, esposa del macedonio, y a Alejandro IV, hijo de
ambos, quienes murieron asesinados por orden de Casandro en 309 A. C.
La momia de Alejandro destrozada en mil pedazos.
Para finalizar este resumen,
también está la Teoría de Saunders y
otros escritores más, quienes opinan que
la tumba habría sido destruida en el período de mayor efervescencia de las
disputas entre el cristianismo y el paganismo, y que
posiblemente la momia, haya sido destruida en miles de pedazos. A
primera vista pareciera un acto salvaje, pero el autor lo atribuye a la fiebre que había en la época
por poseer amuletos relacionados con el Magno. La imagen del conquistador se
asociaba a buenos augurios, y las reliquias con su efigie pudieran haber sido
una especie de talismán para cristianos y paganos. Así que según su opinión,
posiblemente la plebe que profanó el Soma se pudo haber llevado trozos de la
momia creyendo que poseer un pedazo del propio Alejandro les atraería suerte.
Moneda que representa a Alejandro Magno con un casco de guerra en forma de león.
Moneda que representa a Alejandro Magno con un casco de guerra en forma de león.
RESEÑADO POR RICARDO SOLIS IMAN.